Amor más allá de la Vida

Publicado por JLT en

Amor más allá de la Vida

Amor más allá de la vida(c)Jorge Luis Tirado Lizarraga


La casa desolada se alza junto a un lago, en el corazón de un bosque montañoso al suroeste de Jalisco. A pesar de la lluvia persistente y la travesía peligrosa, Victoria logra llegar a la morada oculta en la profundidad del bosque, asentada sobre la montaña y a considerable distancia del pueblo más cercano. Hoy es un día de singular importancia: el primer aniversario de la muerte de él, que la dejó a ella en un aislamiento desolador, lleno de un vacío que nada ha conseguido mitigar desde su compromiso. En aquel entonces, su felicidad era palpable pese a las dificultades, antes de que un accidente devastador aniquilara toda su alegría.

Al igual que sus padres, él encontró su fin en aquella casa, víctima de un suceso inexplicable. Sus progenitores habían llegado a México un par de años atrás con él, y cuando alcanzó los veinticinco, ellos fallecieron. Heredó la residencia, además de una pequeña fortuna. Rumores circulaban entre los lugareños de que sus padres eran seguidores del satanismo, observándolos realizar oscuros rituales en las noches de luna llena. Pertenecían a la Hermandad de Hechiceros, buscando un refugio tranquilo para escapar de sus vidas turbias y creyendo que podrían dejar atrás sus problemas. Su hijo, por su parte, tenía una novia de la ciudad que conoció en la universidad, y solían retirarse a la casa montañesa cada fin de semana.

Enfrentada a la casa, Victoria siente un pesar al ver su triste deterioro, resultado de la falta de mantenimiento. La edificación es de madera, de tres plantas y un sótano, con siete habitaciones y una sala inmensa. Sus padres no repararon en gastos, anhelaban un paraíso lujoso para descansar y desconectar del mundo trepidante. Situada en un paraje tan aislado, carecían de servicios públicos, por lo que utilizaban generadores y paneles solares para obtener electricidad, y recolectaban agua de lluvia para su consumo, evitando el uso del agua del lago a menos que fuera imprescindible.

Victoria entra en la casa con su llave, pero esta vez la puerta se atasca y tiene que forzarla con el hombro para abrirla. La atmósfera es fría, húmeda, deprimente y carente de color. Todo permanece intacto, pues los rumores de demonios protegiendo el lugar han disuadido a los saqueadores. Pero a Victoria eso no le importa: su boda está próxima y no existe fuerza en el mundo capaz de impedirla. En los pisos superiores se escuchan pasos, crujidos de madera y rasguños. Siente una presencia que la observa, pero eso no la atemoriza; nada puede interponerse entre sus sueños y ella, ni siquiera lo desconocido. Deja la caja en el sofá y sube hasta la habitación en la que solían dormir juntos.

Una vez en su antiguo dormitorio, observa que el círculo con patrones geométricos que él le enseñó está rasgado hasta el punto de desgastar la pintura de la madera. A pesar del ajetreo sobrenatural, con puertas abriéndose y cerrándose en la habitación, el baño y el armario, ella persiste en su tarea, repintando los patrones con pintura blanca. Dispone las velas según las indicaciones de su prometido, entra al baño y, al lavarse las manos frente al espejo, se da cuenta de que alguien la observa desde atrás. Cierra los ojos, piensa en él y, cuando los abre, la entidad ha desaparecido. Regresa al círculo, reemplaza las velas casi consumidas y concluye su ritual derramando unas gotas de su sangre en el centro del círculo.

Aún son las cuatro de la tarde cuando finaliza los preparativos para su llegada, por lo que se tiende en la cama donde solían dormir juntos y abraza su cuerpo, a pesar de su avanzado estado de descomposición. El hedor ya no le resulta extraño, y en pocos minutos cae en un sueño profundo.

Despierta al caer la noche, cuando las velas están a punto de extinguirse. Se levanta de la cama y cubre su desnudez, enciende nuevas velas y se arrodilla en una esquina del cuarto con los ojos cerrados. Tras unos minutos, una voz masculina pronuncia su nombre: sabe que él ha regresado. Al abrir los ojos, sólo puede ver una silueta oscura, pero cuando vuelve a cerrarlos, puede visualizarlo con absoluta claridad, como si aún estuviera lleno de vida. Con los ojos cerrados, lo abraza y siente su tacto, aunque su cuerpo esté frío.

—Muéstrame tu mano —le pide Louis, preocupado al observar una herida profunda en la palma de su mano.

La cantidad de sangre que Victoria ha derramado equivale a la habilidad que posee Louis para interactuar físicamente con ella, algo que él le ha rogado numerosas veces que no haga más de lo necesario, pero ella anhela sentirlo.

—¿Sabes qué día es hoy? —le pregunta Victoria, abriendo sus ojos para acercarse a la ventana y contemplar el cielo estrellado. Al girarse de nuevo hacia él, solo puede ver su silueta desvaneciéndose, pero al cerrar los ojos lo percibe claramente, aunque no pueda ver nada más.

Con una voz llena de tristeza, Louis responde que hoy se cumple un año de su muerte. Mira su propio cuerpo que yace en la cama y siente un aluvión de emociones: dolor, ira, desesperación, melancolía, miedo y tristeza. Se acerca a su cuerpo y cuando la visión se torna insostenible, se dirige hacia Victoria y la abraza. Sollozando, le ruega que todo esto termine, pero ella no logra entenderlo con claridad.

Victoria toma su mano y lo guía para que desciendan juntos hasta la sala. En el camino, se encuentran con puertas que se abren y cierran con violencia, y objetos que vuelan por el aire. A Victoria no parece afectarle en absoluto, algo que Louis no puede comprender, pues él sí siente terror ante los espectros que intentan hacerle daño.

Al llegar a la sala, encuentran la caja que Victoria había dejado, ahora abierta y con su contenido esparcido en el suelo. Sin inmutarse, recoge el vestido de novia que planea usar en su boda, ahora rasguñado y con partes rotas. Victoria le asegura a Louis que no se lo pondrá todavía, quiere que sea una sorpresa para él.

—Es hermoso —exclama Louis, y Victoria se llena de emoción hasta el punto de que comienza a danzar alrededor de él. Se encuentra extasiada ante la idea de que finalmente se casará con su prometido; para ella es como si sus sueños estuvieran a punto de hacerse realidad.

 Ambos abandonan la casa y se acomodan en el muelle que se extiende sobre el lago. Observan la serenidad del agua durante algunos minutos, abrazados, antes de recostarse y deleitarse con el brillo de las estrellas, con las manos entrelazadas. Victoria le pregunta si podrán viajar hasta las estrellas una vez que estén casados, pero Louis se queda sin palabras y permanece en silencio. Luego, ella le cuestiona si la muerte también existe más allá de las estrellas o es algo que solo acontece a los humanos.

La realidad de Louis es solo lo que ha aprendido de sus padres. Eso le evitó convertirse en un alma en pena deambulando por la dimensión astral, pero su actual estado lo lleva a cuestionarse qué es realmente la muerte. A pesar de tener su cuerpo físico atrás, no logra comprender cómo sigue consciente, conservando todos sus recuerdos y su personalidad de cuando estaba vivo. Es como si solo su cuerpo físico hubiera muerto y sus otros cuerpos en otras dimensiones siguieran existiendo, como si la muerte no existiera más que en el plano físico. No obstante, está seguro de una cosa: él tiene un final, aunque lo ha postergado para permanecer junto a ella, porque la necesita más de lo que él la necesita.

Victoria se queda dormida y al despertar ve que ya es de día. Busca a Louis y no lo encuentra por ninguna parte; sabe que ha partido. Como todas las mañanas, ella regresa a su hogar en la ciudad, ya que él no puede aparecer durante el día, pues eso le afectaría hasta tal punto que podría llevarlo al siguiente paso en su proceso de muerte. La luz del sol le ayuda a acercarse a la luz celestial y si permanece demasiado tiempo bajo la luz del sol, ya no podrá estar con Victoria. Pero eso solo funciona si el alma acepta la luz.

Los días pasan y ella sigue yendo a visitarlo sin falta todos los días, esperando el día de su boda que se celebrará junto al lago. Pero lo que ella desconoce es que, sin importar cuántas veces visite el lugar, la boda nunca se celebrará. Desesperado por la situación, decide confrontarla una vez más, a pesar de que la última vez las cosas no salieron bien.

Días después, habiendo reunido el valor necesario, la espera como todos los días. Ella despierta después de haber dormido junto a él en la cama, coloca más velas, se arrodilla en la esquina de la habitación y él la llama desde el centro del círculo. Ella se gira y con los ojos cerrados logra verlo, tan lleno de vida como el día que lo conoció. Louis le toma ambas manos y le pide que se arrodille junto a él para hablarle de algo. Victoria lo hace sin pensarlo, aunque le pide que se apresure ya que quiere mostrarle el vestido de novia que trajo.

—Victoria, sé que te resistes a enfrentarte a la realidad. Por eso solo puedes verme cuando cierras los ojos. Pero debes abrirlos y observar lo que es real, no lo que imaginas que es real —le dice Louis, intentando mantenerse serio, pero al mismo tiempo escoge sus palabras con cuidado para no herirla como la última vez.

—¿De qué hablas, amor? —pregunta Victoria, desconcertada y con un vacío en el pecho que le hace sentir que esta situación ya la ha vivido antes.

—Observa detenidamente la cama, Victoria. Mira mi cuerpo y notarás que no estoy solo; tu cuerpo también está ahí, abrazado al mío —señala Louis, preocupado de que quizás fue demasiado lejos.

Victoria se levanta y ve su cuerpo en el mismo estado de descomposición que el de Louis. Retrocede sin poder creerlo, queda estupefacta y cuando choca con la pared se desploma, comenzando a gritar y llorar. Las puertas se abren y cierran con violencia, y el crujido de la madera de toda la casa resuena con más fuerza.

—¡Esa no soy yo! —exclama Victoria, enfurecida.

—La noche en que yo morí, tú te cortaste las venas y moriste junto a mí —le replica Louis, llorando y con un dolor que lo desgarra por dentro.

—¿Estoy muerta? —interroga Victoria, vacilante, con las manos temblando.

—Has estado muerta desde hace más de un año, Victoria. Te niegas a aceptar la verdad y día tras día te presentas frente a la casa con una caja en brazos, trayendo el vestido de novia que se supone me ibas a mostrar. Pero cuando subiste a verme, ya estaba muerto. Bajaste, desgarraste el vestido de novia y luego te suicidaste a mi lado. Por favor, Victoria, reconoce que estás muerta. La única razón por la que sigo aquí es para ayudarte a entenderlo. Repetimos el ritual día tras día, pero nunca funcionó. No voy a dejarte como un alma en pena. Por favor, acompáñame.

—¿Hacia dónde? —pregunta Victoria, con lágrimas en los ojos y completamente desorientada.

—No lo sé, pero es a donde debemos ir.

Victoria se pone de pie con una mirada vacía, incapaz de procesar lo que está sucediendo. Abrumada, se desmorona en un llanto desesperado y corre hasta la sala. Cuando Louis baja, la encuentra llorando, abrazada al vestido de novia. Se lo pone e ignora lo que Louis le dice. Sale corriendo de la casa con su vestido y se dirige hacia el bosque. Él intenta seguirla, pero la pierde entre los árboles.

Grita su nombre y siente la mirada de las entidades del bosque que lo observan con timidez. Guiado por la conexión que comparten, logra encontrarla llorando junto a un árbol caído en medio de un claro, bañada por la luz de la luna. Louis se sienta junto a ella y le toma la mano. Esta vez logra sentir su calidez y puede verla sin necesidad de cerrar los ojos.

—Tengo miedo, Louis —exclama Victoria, sin dejar de llorar.

—Es normal, yo también lo tenía al principio, pero dejé de sentir miedo cuando me di cuenta de algo.

—¿De qué? —pregunta Victoria, limpiándose las lágrimas.

—De que nada de eso importa realmente. Sí, estamos muertos, habitamos algún plano astral de una forma inexplicada, pero lo que sí importa es que estamos juntos. Pase lo que pase, vamos a estar bien, de eso estoy seguro.

—¿Qué te hace estar tan seguro?

—Dejé de razonar todo de forma lógica. Mis conocimientos son insuficientes para explicar todo esto; me superan, pero aquí —le contesta Louis, señalando su corazón—. Aquí, puedo sentir que todo estará bien. Deja de cavilar sobre tu situación y enfócate en el presente, en el aquí y el ahora, y escucha lo que tu corazón te dice. Eso fue lo que me dijeron mis padres antes de partir.

—¿Viste a tus padres?

—Ellos estuvieron conmigo un tiempo hasta que logré aceptar mi nueva realidad. No fue sencillo, como bien lo sabes, por eso nunca te abandoné; sabía que me necesitarías. No hay forma de prepararse para este momento, muchos no logran procesarlo y quedan atrapados como almas en pena. Nunca pensé dejarte en esa situación.

Victoria se acerca a Louis y se recuesta en su pecho. Cierra los ojos y siente cómo el vacío en su pecho, el miedo y la angustia desaparecen. Ahora solo siente una paz y una alegría que la envuelven y le provocan una sonrisa.

—Gracias por quedarte conmigo.

—Pero ya no pertenecemos aquí, es momento de avanzar —insiste Louis, observando la Luna mientras abraza a Victoria.

—¿Qué viene después?

—No tengo idea, quizás sea el final —responde Louis, pensando en sus padres.

—¿Estarás conmigo en el final?

—Victoria, ni la muerte logró separarnos, ¿qué te hace pensar que no estaré contigo en lo que sigue? —pregunta Louis con una sonrisa, y ambos ríen ante lo irónico de la situación.

—Me hubiera gustado que nos casáramos antes de partir de aquí.

Louis se levanta y busca un pedazo de madera suficientemente flexible para formar un anillo. Cuando lo encuentra, lo moldea y se arrodilla frente a Victoria, quien permanece sentada sobre el tronco.

—Victoria, amor de mi vida, en vida y en muerte, ¿aceptarías ser mi esposa? —pregunta Louis, desbordando felicidad y amor, mientras Victoria llora de alegría, olvidando por un momento que ambos están muertos.

—Acepto, Louis —exclama Victoria, y cuando Louis le coloca el anillo, ella lo observa fascinada. Louis imita la voz de otra persona y dice “Los declaro marido y mujer”. Ambos se besan y se abrazan, sintiendo un amor más intenso del que pudieron experimentar cuando estaban vivos. Louis la alza entre sus brazos y ella se recuesta en su pecho. De repente, una luz intensa aparece a varios metros frente a ellos, emitiendo un amor infinito. Ambos aceptan la invitación y avanzan hacia la luz para encontrar su Final.



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