Historias de los viajes de Novius – Shatakba, el Elemental Legendario de Oscuridad
Tiempo antes de la Guerra de los Cristales.
¡Venid, venid! Acudid todos, niños y mayores, acercaos a la calidez del fuego que danza al compás de la noche estrellada. Esta noche os narraré la historia que prometí, la historia que titubeaba en contar. Hoy es vuestro día de fortuna, pues esta noche, mis aventuras pasadas se convertirán en vuestra historia. Permitidme sumergiros en uno de mis más peligrosos viajes por el continente, el día en que estuve al borde de perder la vida a manos del legendario Elemental Oscuro.
¿Por dónde debería empezar? Quizás debería empezar hablando sobre los Elementales. Esos seres mágicos, híbridos de animales y humanos, nacidos del flujo de la vida y moldeados por la creatividad de las almas que habitan en el corazón del planeta. Aunque probablemente ya conocéis todo esto, ya que es parte del currículo básico de nuestra academia. Incluso los más pequeños tienen un conocimiento fundamental de los Elementales. Fueron ellos, los que guiaron a nuestros Padres Fundadores, enseñándonos la importancia de mirar hacia nuestro interior antes de alcanzar las estrellas. Una lección que nuestros ancestros aprendieron de la forma más dura, mucho antes de que pusiéramos un pie en este continente. Pero esa, queridos oyentes, es una historia para otra noche.
Los Elementales, al igual que nosotros, poseen inteligencia y consciencia. No tienen almas propias como las nuestras, su existencia proviene del alma del espíritu del planeta. Son parte de Gaia, son uno con Gaia. Dicho esto, podríamos pensar que son seres de luz y amor, ¿verdad? Pero, la realidad es siempre más compleja. Nuestra imaginación y nuestras expectativas a menudo contrastan con lo que realmente se presenta ante nuestros ojos.
Pasemos ahora a mis días de juventud, hace cientos de años, después de haber terminado mis estudios en la academia del Reino de Fatal. Me propuse explorar los trece reinos, incluyendo el ominoso Valle Maldito, un lugar malentendido, os diría yo, y aquí me detendré para desvelaros por qué. Aquí es donde acaban los inadaptados que ningún reino desea acoger, donde se supone que fue exiliada la sacerdotisa que osó desafiar a Gaia en la era de nuestros Padres Fundadores, los Parávelers. Historias horrendas circulan sobre ese lugar olvidado y aún siguen haciéndolo. Al igual que vosotros, jóvenes y no tan jóvenes, yo también estaba sediento de la verdad oculta tras el temor que el Valle Maldito inspiraba a los habitantes de los trece reinos.
Realicé numerosos viajes a ese rincón del continente y, aunque descubrí grandes cosas, ninguna vez fue tan notable como el día en que me encontré con el Elemental Oscuro Legendario. Me hallaba descansando después de días de caminata a través de bosques y montañas. No sabía exactamente dónde me encontraba, ya que algún poder interfería con mis máquinas Orme, mi sistema de navegación estaba incapacitado y no podía comunicarme con nadie. Estaba solo, pero eso no me detuvo. Podría haberme dado la vuelta, pero no lo hice. Estaba decidido a seguir explorando terrenos vírgenes y a desvelar los secretos que el Valle Maldito custodiaba.
—Señor Novius, señor Novius, tengo una pregunta— me interrumpe un chiquillo, con los ojos brillando de curiosidad. Le concedo la palabra y pregunta —¿Por qué el Valle Maldito está deshabitado?
Esa es una excelente pregunta. Os diré por qué el Valle Maldito, que de maldito tiene poco, es tal como lo conocemos. Todos vosotros debéis haber escuchado las historias de los Cristales de Gaia alguna vez, o de la Industria Dorada que usó dichos cristales para brindarnos la tecnología que hoy utilizamos en forma de máquinas Orme. Si no, otra vez os las contaré. Pero el Valle Maldito es así porque la naturaleza se encuentra muerta allí. El corazón del Valle Maldito es un valle de volcanes. Cuando nuestros Padres Fundadores usaron los cristales para revolucionar nuestra forma de vida, el Valle Maldito, esa parte del continente fue la que se consumió por nuestras industrias. Los cristales del Valle Maldito desequilibraron la vida de tal manera que todo murió, y la vida ya no fue posible. Así que nuestros Padres Fundadores decidieron dejar de utilizar los cristales que le daban vida a nuestras máquinas, pero el daño ya estaba hecho y el Valle Maldito, que alguna vez fue un lugar floreciente, murió. Los pocos bosques que aún se mantienen apenas sobreviven, pero toda vida está condenada en ese lugar. Esa es la razón de por qué el Valle Maldito es así, abusamos del poder de los cristales y consumimos una parte de nuestro planeta.
Ahora que conocéis la razón de la existencia del Valle Maldito, permítanme continuar con mi encuentro con el legendario Elemental Oscuro. Decidí no rendirme y continué hasta que llegué a un volcán y me adentré en una inmensa cueva. ¡Oh, qué valiente era en aquel entonces! Sin miedo, me sumergí en las profundidades, armado únicamente con mi mochila y mi lámpara. Cada paso me adentraba más y más, el calor aumentaba, y el laberinto se expandía. Por un momento temí que nunca saldría de ese lugar, pero seguí adelante hasta llegar a una cámara tan grande como nuestro propio pueblo.
Intenté grabar el momento con mi dispositivo Vivam, para que mis amigos y todos vosotros pudierais ser testigos de mi hazaña, pero algo lo interfería y no funcionaba. Así que tomé mi libreta y dibujé lo que veía. Continué caminando hacia el interior de la cámara y me encontré con un Elemental convertido en piedra. Era un dragón con enormes alas, no como las criaturas de la especie de los dragones, este era un Elemental con la forma de un dragón, los ancestros de los de la especie de los dragones, criaturas hermosas, poderosas y terribles. Como ya sabéis, hay muchos Elementales dragones en nuestro mundo, pero este, estaba convertido en piedra.
Acercándome cautelosamente, extendí la palma de mi mano para tocarlo. En ese instante, un susurro surgió desde el más profundo recoveco de mi ser. «Novius, Novius», resonaba en mi interior. Era el llamado del dragón de piedra. Abrumado por la sorpresa, me desplomé y un haz de luz iluminó mi alrededor, buscando alguna presencia detrás de mí. Sin embargo, no había nadie más, solo el imponente dragón de piedra y yo.
Tras pensarlo detenidamente, volví a posar mi mano sobre la piedra. La voz del dragón reverberó nuevamente en mi mente. «Novius, escúchame, necesito tu ayuda», me suplicó. Esta vez no caí; en cambio, le pregunté mentalmente cómo podría ser de utilidad. Me indicó que la escritura grabada en su espalda podría liberarlo de la maldición que lo atormentaba. Temeroso, pero decidido, ascendí por su espalda y descubrí un antiguo texto escrito en élfico.
Los elfos, seres elementales forjados a partir de nosotros, los humanos, son los protectores supremos de la naturaleza y la vida. Usan su propio lenguaje en lugar del que heredamos de nuestros Padres Fundadores. Llegaron a este continente mucho antes que nuestros antiguos progenitores.
Descifré la antigua escritura y la maldición se disipó. La esencia de vida del elemental comenzó a agrietar la piedra, que se desmoronó en cuestión de minutos, revelando la verdadera magnificencia del dragón. Agradecido, me solicitó que permaneciera a su lado mientras recuperaba sus fuerzas.
Al preguntarle cómo había caído en tal desgracia, me reveló que la oscuridad había consumido su ser y su propio poder se había revelado, confinándolo a su prisión pétrea. Ante mi desconcierto, aclaró que el espíritu de Gaia lo había abandonado y, sin su conexión con ella, solo quedaba el camino hacia la oscuridad y la corrupción.
No podía creerlo. ¿Gaia, abandonar a uno de sus hijos? Parecía inconcebible, pero eran las palabras del dragón. Sin embargo, nuestra charla fue abruptamente interrumpida cuando, con un fuerte golpe de su cola, me lanzó volando. Por poco no choqué con una roca, gracias a mi habilidad para levitar.
El dragón, riendo, reveló que yo era parte de la razón de su condición. Y sí, el maldito valle es un recordatorio amargo para todos nosotros: abusar de la naturaleza puede llevar a la destrucción del planeta. El hogar del dragón era el volcán en el corazón del valle, y desde entonces, había permanecido en forma de piedra. Aunque me sentía culpable, traté de razonar con él.
«¡Espera!» grité. «No ganas nada matándome». El dragón simplemente me miró con sus ojos de serpiente. «Serás uno de muchos», me advirtió, haciendo que mi sangre se congelara. Podía enfrentarme a oponentes mágicos en la academia, pero ante un elemental legendario, solo mi astucia podría salvarme. Así que le propuse un duelo de acertijos. El dragón se rió, pero aceptó.
El mío fue: «Si me dices la verdad, te mataré con mi espada. Si mientes, te mataré con mi hechizo. ¿Qué debes decir para sobrevivir?» Tras un momento de reflexión, respondió correctamente: «Me matarás con tu hechizo».
Luego vino su turno. «¿Qué puedes ver con los ojos cerrados?» me retó el dragón, riendo ante mi aparente inminente fracaso. Medité, hasta que finalmente cerré los ojos y la respuesta se hizo evidente: «La oscuridad».
«Nada mal para un humano tan joven», reconoció el dragón. En ese momento, saqué mi dispositivo de navegación, atrayendo la curiosidad del dragón. Le expliqué que era una máquina Orme y, asombrado por la tecnología, quiso saber más.
Le hablé de todas las máquinas que podía recordar. Encantado por nuestros avances, el dragón olvidó su ira por la destrucción de su hogar. Entonces, me propuso un trato: si le traía más dispositivos Orme, me dejaría vivir. «¡Trato hecho!» exclamé de inmediato.
Así, el dragón me ayudó a salir de la cueva y me condujo hasta mi moto en el borde del bosque. Le mostré mi vehículo y su fascinación por nuestra tecnología creció aún más. ¡Increíble! Un elemental interesado en nuestros avances tecnológicos, una peculiaridad solo de los elementales legendarios.
—Pero ¿no se supone que es un elemental de oscuridad, corrupto? —pregunta alguien a lo lejos.
Cierto, pero aquí radica lo fascinante: los elementales legendarios son increíblemente conscientes e inteligentes, incluso más que nosotros. Aunque este ser estaba sumido en la oscuridad, su sabiduría le permitía evitar la total corrupción. ¿No es asombroso? Un elemental común me hubiera atacado sin más, pero los legendarios son astutos y difíciles de controlar.
—¿Qué pasó, Novius? Tus historias solían ser más emocionantes —me reta un adulto que me conoce desde hace tiempo.
No todas mis aventuras están llenas de acción, algunas requieren más de ingenio que fuerza. En otra noche les contaré más sobre este elemental legendario de oscuridad, conocido como Shatakba. Ahora, todos a descansar, la noche ya ha caído.