Lejos de Casa – Capítulo 2: Propuesta

Publicado por JLT en

Lejos de Casa – Capítulo 2: Propuesta

Día cuarto del mes Tercero del año 3260 – 2:21 PM – Velantra, Ciudad Subterránea de Atlantis

Cubierta hasta su cabeza, ella camina por las abarrotadas calles de la ciudad subterránea que se encuentra debajo de Atlantis. Dragones, Felinos, Cetáceos, Humanos, Insectos y Aves, no hay especie principal que no tenga representación en los bajos mundos de la capital del reino de Fatal. Los anuncios de neón saturan las paredes de los negocios, edificios y de la enorme cámara subterránea. La nula entrada de la luz solar les dificulta conocer la hora del día sin recurrir a un reloj. El ambiente es húmedo por las numerosas goteras que caen del sistema de alcantarillado. Los hedores son insoportables para los que la visitan por primera vez, pero para los residentes, el olor a caño y ese casi imperceptible olor a putrefacción es normal. La calle principal que abarca casi toda la extensión de la Ciudad de Atlantis, está infestada de negocios, vendedores ambulantes, vagabundos, limosneros y aquellos que venden sus cuerpos y habilidades. Los edificios están construidos en su mayor parte con materiales reciclados de la basura o con materiales proporcionados por magnates para las tan famosas casas del placer. Soldados de Fatal y guardias de los bajos mundos patrullan las calles. No hay niños por ningún lado, todos ellos se encuentran en los niveles inferiores para evitar que vean la depravación que hay por todos lados.

Se detiene cuando logra percibir una sensación familiar y se acerca a una pequeña choza que parece estar a nada de caerse. Observa lo que ocurre desde la ventana y queda petrificada. Un compañero suyo de la academia se encuentra degustando carne humana. Devora los dedos de la mano con enorme regocijo. Una súbita sensación de vomitar la invade y huye de ese lugar. Logra recuperar la compostura e intenta olvidarlo para retoma su camino.

El mundo subterráneos que yacen bajo la capital de Fatal está dividido en once niveles. Existe otros niveles aún más profundos, sin embargo, se encuentran habitados tanto por elementales legendarios como mitológicos y atacarían a cualquiera que tenga el atrevimiento de acercarse a sus territorios. El primer nivel está conformado en su mayor parte por casas de placer, mercados ilegales y casinos. Los niveles inferiores son los hogares de los excluidos de la superficie y el onceavo nivel se encuentra bloqueado debido a un derrumbe.

La agente se acerca a uno de los múltiples elevadores que llevan a los niveles inferiores y busca un lugar para esconderse. Cuando nadie la puede ver, se quita su capucha y la guarda dentro de su traje. Activa el modo invisible y regresa a las calles para adentrarse en uno de los elevadores. Desde una esquina observa cómo el elevador comienza a abarrotarse y desesperada porqué alguien podría chocar con ella, da un salto y clava sus dedos en el techo del elevador. Un par de residentes voltean hacía donde está ella, tras escuchar un ruido, pero no le dan importancia al no ver nada y siguen con lo suyo.

El elevador desciende y asciende un par de veces hasta que llega al nivel nueve. La agente se suelta y de forma ágil pasa a través de los residentes. Se comunica con su traje de forma telepática y el módulo de comunicaciones se encarga del enviar la notificación de que ha llegado al nivel indicado. Busca un lugar seguro para volver a usar la capucha y dejar de desperdiciar energía con la invisibilidad.

El hedor a putrefacción es lo primero que percibe al igual que la humedad un tanto sofocante. El calor hace que su traje active un mecanismo para regular su temperatura. También resiente un poco la falta de oxígeno, pero no lo suficiente como para suponer un peligro. Mientras camina por la angosta y oscura calle principal del nivel nueve, las esferas de luz se mueven sobre ella con la ayuda de cables y permiten a los residentes moverse entre el laberinto que llaman hogar. Ingeniería de los Dragones para darle un toque curioso y entretenido a los niños con la danza de las esferas de luz.

Tanto el octavo como noveno nivel se encuentra poblado por su mayoría de dragones, mientras que el décimo es en su totalidad del dominio dragón. El resto de niveles está poblado por su mayoría humanos, felinos e insectos. Hay seres de las especies de las aves, pero son escasos.

—Tengo lo que buscas, humana, de lo contrario, te lo consigo —le propone un felino que se levanta y la toma por sorpresa, obligándola a detener su ávido paso por la podredumbre del nivel nueve—. ¿Qué necesitas?

—Busco algo que me dé un poco de calidez —le responde la agente mientras de reojo logra percatarse que tanto guardias como otros residentes la observan.

—También lo tengo, en el nivel uno está la casa “Rojo Sintético”. Di que Nori te envió y te harán un descuento especial, humana.

—Lo haré, gracias Nori.

Logró estudiar el rostro y los gestos del felino, puede ver similitud con ciertos comportamientos tóxicos propios de su gente, y otros propios de los felinos, sin embargo, algo que manifiesta todas las especies inteligentes por igual es la pérdida del sentido de la vida. Se siente mal por él a pesar de que no logro conectarse de forma empática, algo que sus compañeros de los reinos no pueden por ser seres incompatibles.

Continúa su trayecto e intenta no sentirse mal por lo que ve a su alrededor. Niños, adolescentes, adultos y ancianos sentados en las calles, mendigando por comida o simplemente perdidos, buscando las estrellas para darle sentido a su existencia. Unos ofreciendo sus cuerpos, mientras que otros venden todo tipo de chatarras y drogas. La agente ya había visitado el primer nivel, pero nunca los otros niveles. Se imaginaba un panorama desolador, pero esto la supera.

Llega hasta el bloque en el que él se encuentra. Voltea hacía todos lados y busca un lugar para esconderse y volver a la invisibilidad. Dos guardias cuidan la entrada, pero con la tecnología de su traje logra burlarlos sin ningún problema. El lugar es oscuro y huele muy mal. Tose al no poder con el hedor y alerta a unos residentes que se acercan para ver qué fue lo que escucharon. La agente se adentra en el bloque habitacional y lo que ve la deja sin palabras. Familias completas viven en cuevas diminutas, enfermos en medio de las viviendas y seres de otras especies desvanecidos junto a unos niños que juega con rocas.

Trata de controlar sus emociones, sin embargo, esto la desborda y un par de lágrimas brotan. Se limpia y continua su misión. Ve un pequeño almacén al fondo y dentro puede ver cajas de suministros del ejército. Busca un lugar para esconderse y por varias horas se mantiene oculta hasta que logra ver a su objetivo caminar hacia el grupo de niños que juegan con rocas.

Reindruss levanta a una pequeña dragona y la abraza con fuerza. Los otros niños se emocionan al ver al dragón con sus imponentes alas extendidas y les pide que los lleve a pasear por los cielos del planeta. El dragón regresa a su pequeña hija y cuando ve su oportunidad, ella llega por detrás y le pide que no se mueva ni alerte a los demás, de lo contrario los niños pueden pagar las consecuencias.

—¿Qué quieres de mí? —le cuestiona el dragón con sus puños listo para atacar.

—Ve a un lugar en el que puedas hablar libremente —le pide la agente y el dragón no tiene alternativa más que obedecer.   

Voltea a ver su hija por un instante y se pone rumbo al almacén. Se asegura de que el lugar este solo y le confirma al agente de que pueden hablar. Saca de su traje un comunicador y el dragón lo sujeta tan fuerte que logra quebrarlo, sin embargo, aun logra funcionar. Se lo coloca debajo de su oreja y se pega a su cuello, cambia de color y se logra camuflajear en la oscura y dura piel verde oscura.

—Reindruss —saluda una voz ronca desde el otro lado del canal de comunicación.

—¿Quién eres? —le cuestiona el dragón con furia contenida.

—Soy el General Dorsan. Sé que tú lideraste un asalto al almacén de Rox Merina hace dos días.

—Si eres quién dices ser, ya estaría en una prisión, así que, ¿qué quieres de mí?

—A las diez de la noche en el cuarto de los “Candados” de la casa “Susurros”. Solo tú.

—¿Y si me rehúso?

—Entonces tus amigos pagarán el precio por haber robado al estado. ¿Acaso quieres que tu hija crezca que sin un Padre?

Se arranca el comunicador y termina por quebrarlo. La agente se prepara para defenderse, pero el dragón le confirma que ira a la reunión. Se voltea y se acerca a la salida del almacén, desde donde puede ver a los niños jugar. Extiende su mano para bloquearle el paso y la agente vuelve a sentir una amenaza por parte de él.

—Un día van a pagar por todo lo que nos están haciendo —le asevera el dragón con tanta seguridad y firmeza que pone nerviosa a la agente.

—Tú fuiste el que aceptaste venir aquí. Nadie te obligo, Reindruss.

El dragón baja su mano y permite que la agente salga del almacén. Se queda pensativo, conoce a Dorsan, sabe que es un general despiadado de los que sus compañeros les han contado relatos fatídicos. No hay forma posible de que pueda hacer algo al respecto, el General tiene los números, las armas y todo el apoyo del Reino de Fatal. Reindruss acepta que no hay nada que pueda hacer al respecto más que cooperar y lograr sacar algo de ventaja.

La noche llega en la superficie, pero eso no importa en las profundidades de los niveles subterráneos. El dragón se despide de su esposa e hijos, pero no sin antes asegurarse de que tienen suficiente agua y comida para varios días. Su esposa sospecha algo debido a que no es usual que él solo salga casi en la noche, pero él le reitera que todo está bien. El dragón sabe que si lo quisieran haber atrapado o asesinado, ya no estaría con su familia.

Al llegar al ascensor saluda al guardia y él se asegura que se trate de un dragón. Con una maquina verifica que no se trate de ninguna invocación o ilusión. Tal seguridad es impuesta por los dragones del décimo nivel. Se podría decir que ellos gobiernan sobre los once niveles, aunque hay varios líderes que disputan el título de gobernante de Velantra.

Se detiene frente a la casa de placer y observa a todos lados con desprecio, especialmente con los dragones que se rebajan al venderles cosas a los humanos que visitan desde la superficie. Reindruss entra a la casa y una exótica felina andrógina lo recibe. Si no fuera por su mascarilla, ya hubiera sucumbido ante su seducción y por la estúpida cantidad de feromonas que hay en el ambiente, junto con un neutralizante de los hedores exteriores. En condiciones normales, tanto un humano como o un dragón no se encontraría sexualmente atraída por la felina, sin embargo, los dueños del local inundan el establecimiento de feromonas universales que incitan a todas las especies a sucumbir a los deseos de la carne.

El dragón le indica la habitación y la felina se acerca demasiado a él y lo sujeta del brazo para llevárselo hasta la habitación. Nada de lo que ve le sorprende. Humanos de la superficie bebiendo, drogándose o teniendo relaciones con todo tipo de seres inteligentes. Las feromonas rompen barreras y todos se olvidan de sí mismos para sucumbir ante los placeres de la vida.

Entra a la habitación y dos soldados mágicos de élite del ejército de Fatal lo detiene y revisan de que no traiga armas. El dragón levanta sus brazos puesto que ya conoce el procedimiento. Un soldado le pide que se siente junto a un escritorio lleno de candados. La habitación es grande y en las paredes hay grilletes de todos los tipos.

—Puntual, bien —exclama el general Dorsan que sale desde la oscuridad de una de las esquinas de la habitación.

—De verdad eres tú —le reconoce Reindruss sin poder creerse que uno de las personas más poderosas e influyentes del reino de Fatal este frente a él.

—Con mi presencia te demuestro que mi propuesta es algo importante.

—¿Qué te hace pensar que voy a aceptar tu propuesta?

—No tienes alternativa. Si no aceptas, entonces tu familia no volverá a ver otro día. No, espera, tu familia nunca ha visto un día en este mundo —se burla y el dragón no toma nada bien la amenaza. Cuando intenta levantarse de su asiento, los dos solados mágicos detrás de él lo detienen con su poder de telequinesis—. Quizás no logres verlos, pero a nuestro alrededor hay diez de mis mejores agentes que te decapitarían en menos de un segundo. Pero eso no sería lo peor, Reindruss. Si intentas algo, uno de mis agentes asesinará a la pequeña Pever.

Se enfurece y avienta a los dos soldados mágicos de élite cuando extiende sus alas y antes de que pueda acercarse al General. Diez espadas electrificadas la aprisionan el cuello. Recibe múltiples cortes y al sentir que con solo moverse un poco, las cuchillas le abren su áspera y gruesa piel, levanta sus manos y toma otra de las silla para sentarse.

—¡Voy a vengarme de todos ustedes! Lo juro por mí vida que me voy a vengar de todos —exclama y golpea a la mesa tan fuerte que la parte en mil pedazos.

—¿Terminaste? No me gusta perder el tiempo y menos con alguien como tú.

—¿Qué propuesta? —le cuestiona Reindruss con gruñidos.

—De ahora en adelante vas a trabajar para nosotros. Vas a obedecer mis ordenes sin preguntar. Como agradecimiento, a tu familia tendrá la atención medica que necesita, además de recibir una compensación renumerada.

—¿Qué tipo de trabajo? —le pregunta Reindruss con la mirada baja.

—Lo sabrás en su momento. Este dispositivo tenlo siempre contigo. Cuando tengamos un trabajo para ti, una luz se va a encender y sabrás que una agente te buscará para darte un comunicador. Yo te daré las órdenes directamente. ¿Preguntas?

—Si llego a morir. ¿Qué pasará con mi familia?

—Serán indemnizados por tus servicios y los vamos a reubicar a un bonito complejo en el reino de Sethless.

—¿Entonces no es un mito, de verdad existe Falge Voria? —pregunta Reindruss con asombro y una chispa de esperanza.

—Así es, Reindruss. Un pueblo de no humanos que viven en medio de un bosque. Sería un lugar bonito para ti y tu familia, pero todo dependerá de ti.

—Lo haré, te lo prometo, pero permite que mi familia se vaya a Falge Voria.

—No. Aun no, pero lo harán después de una misión que tengo en mente.

—Dímelo y lo haré en estos momentos.

—Paciencia dragón, paciencia. Tú sabrás la misión de la que hablo por lo que implica. Cumple mis órdenes y me encargaré que tu familia sea reubicada en una casa con vista al bosque.

—Bien, muy bien Dorsan.

—Un gracias no estaría mal para empezar. Recuerda que estás en una civilización humana, aquí se agradece cuando alguien hace algo para ayudarte.

—G…r…a…cias —musita el dragón tragándose el orgullo por agradecerle a un humano.

—Por cierto, tengo entendido que posees capacidades mágicas.

—Soy capaz de manifestar ilusiones y estoy dominando las invocaciones. Este mundo es muy amigable para manifestar tales habilidades.

—Tu cuerpo debe encontrarse muy evolucionado para adaptarse a nuestro planeta de esa forma tan formidable.

—Ustedes jamás lograrían vivir un minuto en los planetas de mi civilización —le asegura el dragón con orgullo de su hogar y su linaje genético.

—No estamos en tu hogar. Estás en el mío y obedecerás mis órdenes —le reitera Dorsan y se levanta de la silla. Les da la señal y sus agentes junto con ambos soldados se colocan alrededor del General—. No nos falles Reindruss, tengo esperanzas en ti.

Una fuerte luz deja cegado al dragón por un momento. Cuando recupera su vista se percata de que se encuentra solo en la habitación. Observa el aparato que el General le dejó y por un momento piensa en destruirlo, no obstante, recuerda que su hija necesita medicamentos y la reubicación de su familia lo obliga a tomar el dispositivo y llevárselo consigo hasta de regreso a su hogar.        

Siguiente capítulo: Lejos de Casa – Capítulo 3: Nivel Diez


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