La Antigua Gran Guerra Celestial Parte 1 – Capítulo 9: Zephyrix

Publicado por JLT en

La Antigua Gran Guerra Celestial Parte 1 – Capítulo 9: Zephyrix

El amanecer ilumina su rostro y muestra un dolor indescriptible reflejado en sus expresiones ante el cuerpo inerte de su Padre. Se levanta y mira el amanecer. Yatziri se acerca y les pide a los demás habitantes que mantengan la distancia. Intenta hablar con él, pero las palabras no vienen a ella.

—¿Por qué? —pregunta sin dejar de ver el cuerpo de su Padre—. ¿Por qué lo mataron?

—Hubo un juicio por la muerte del chico que mataste —titubea al principio y se queda en silencio por un breve momento al no saber bien cómo decirle lo siguiente—. Los Dioses así lo quisieron. Él se sacrificó en tu nombre, él…

Un terrible dolor lo engulle y grita de agonía al no poder contenerlo. Yatziri intenta ayudarlos, pero el dolor se une al poder de Zephyrix y siente un fuego en su pecho que explotará en cualquier momento. Los habitantes de Nakbé y los líderes de los otros pueblos se acercan a la plaza principal tras escuchar los horribles gritos de Kante. El campeón no puede contener la ira y el odio que lo corrompe, su furia creciendo en su interior y comienza a perder el control de todo su ser. Todos le gritan que se calme, pero no hay forma de detenerlo y comienza la verdadera transformación de Zephyrix.

La gente se asusta y los líderes observan incrédulos la metamorfosis de Kante. De pasar a medir metro y sesenta centímetros, mide tres metros y su cuerpo se transforma en una bestia que combina el cuerpo de un jaguar con el de un quetzal. Enormes garras le surgen de sus manos y pies. Gigantescas alas surgen de su espalda y dos pronunciados cuernos salen de su cabeza. De tres metros pasa a ser diez y ante los espectadores ven que crece hasta los cuarenta metros de altura.

Sus garras miden el tamaño que una persona adulta y sus pies abarcan la mitad de la plaza principal. La gente corre despavorida hacia la selva, los líderes huyen dejando atrás sus partencias, Yatziri mantiene su posición, desesperada por hacer entrar a razón a Kante al usar sus bendiciones otorgados por los Dioses. Cuando la transformación se completa, Zephyrix gruñe tan fuerte que los cielos se oscurecen y la tierra se sacude violentamente. Con el poderoso batir de sus alas se crean ráfagas de viento que forman poderosos tornados, destruyendo todo a su paso sin importarles las vidas de los humanos y animales por igual.

Sin control de sí mismo y con una ira que lo corroe, Zephyrix comienza a destruir Nakbé y a matar a todos los habitantes que se refugiaron en sus casas. Sus golpes destruyen la tierra y cortan las rocas debajo de las casas. Sus gruñidos de agonía provocan tormentas que azotan a toda la región Maya. La gente huye en todas direcciones y los habitantes de los otros pueblos observan cómo una multitud de tornados aparecen y desaparecen y destrozan todo a su paso.

Con suplicas a los Dioses, Yatziri intenta detener la destrucción provocada por Kante, pero es en vano. La bestia que tiene todo el poder de los Dioses Mayas fija su mirada en ella. Le suplica a gritos que se detenga, pero Zephyrix intenta matarla con sus poderosas garras. La guerrera corre entre las casas, logrando evadir sus golpes gracias al poder de la Luna y del Sol. Al percatarse de que la bestia no ha tocado la casa de Sak, inmediatamente corre y se refugia dentro. Zephyrix gruñe de la ira y piensa en destruir la casa, pero reconoce que se trata de la de su Padre. Una furia desmedida lo envuelve y salta hacia los oscurecidos cielos.

Observa a los sobrevivientes que huyen de Nakbé; intentan alejarse de él y de los tornados lo más lejos posible. Se deja llevar por la ira y cae sobre ellos como si fuera un meteorito y los corta en pedazos con sus poderosas garras como si se trataran de hojas de los árboles. Corre por toda la selva y da caza a los sobrevivientes que logra encontrar. Es una masacre como nunca antes se había visto en el mundo Maya. Los tornados elevan a los sobrevivientes y los lanzan por los cielos, mientras la bestia divina sigue en una búsqueda implacable de sangre. Al no ver a más sobrevivientes salta a los cielos y con gruñidos y el batir de sus alas, las tormentas se intensifican y más tornados surgen, devastado aún más la región Maya. Donde una vez hubo abundante selva ahora parecen lugares desérticos; agua cae por todos lados al ser extraída de los cenotes. Llueven animales, jaguares, aves, cocodrilos y serpientes.

Un estruendo atrae su atención, voltea y ve que la torre se encuentra latiendo con fuerza. Una nube oscura desciende y vuela en su dirección. Zephyrix vuelva hacia ella y con el batir de sus alas logra disiparla sin esfuerzo, solo para revelar a una bestia de forma humanoide, que tiene la apariencia de un jaguar, pero a diferencia de otras bestias de la torre, este parece ser un experimento perfecto. El jaguar humanoide duplica el tamaño de Zephyrix y cuando cae a la tierra, deja un enorme hueco en la que en el fondo hay agua.

Zephyrix se lanza sobre la bestia de la torre como si fuera un animal rabioso que necesita sangre y viseras. El jaguar lo observa y se prepara para recibirlo. Estando muy cerca, de un enorme impulso lo golpea y se lo lleva hasta más allá de las nubes. El jaguar humanoide abraza a Zephyrix y clava sus colmillos en su pecho. El campeón grita del dolor, pero la ira lo tiene en un frenesí y clava sus garras en la cabeza de la bestia de la torre y saca sus enormes colmillos que atraviesan su pecho. El impulso se termina y estando cerca de la troposfera, comienzan a caer. Zephyrix con una furia desmedida comienza a desgarrar el cuerpo de la bestia de la torre y cuando caen, destruyen una gran parte de la selva, hundiendo el suelo hasta llegar al agua.

La bestia de la torre sangra profusamente, mientras Zephyrix sigue empedernida en destruirle el cuerpo con sus garras. Un golpe directo a la quijada de Zephyrix logran lanzarla por los aires y casi lo hace perder la consciencia. La bestia jaguar intenta recuperarse, pero todo su cuerpo está destruido. Al levantarse y prepararse para seguir atacando a la bestia de la torre, cientos de animales controlados por el poder del señor de la torre se abalanzan sobre Zephyrix. Jaguares, venados y todo tipo de aves intentan frenarlo para que el jaguar humanoide logre recuperarse, pero Zephyrix no da tregua y con el movimiento de sus alas destruye aún más la selva y manda a volar a todos los animales que buscan frenarlo.

Corre y llega con el jaguar humanoide y sin que la bestia puede evitarlo, clava sus garras en su pecho y lo atraviesa. Zephyrix lo levanta y clava su otra mano y en una demostración de poder, corta a la bestia de la torre en dos. Gruñe y los cielos se tornan más violentos. Observa la torre y su ira se fija en ella. De un salto llega hasta los cielos y con el impulso de sus alas vuela en dirección hacia la torre a toda velocidad. Se voltea y se prepara para derribar la torre de una patada, pero súbitamente un portal surge desde la tierra junto a la torre y una nueva bestia surge para hacer frente al campeón de los Dioses Mayas que parece ser imparable.

Una versión corrupta de la deidad Camazotz surge como el campeón del señor de la torre y vuela con sus enormes alas de murciélago para detener a Zephyrix. El campeón detiene su ataque al ver que Camazotz se interpuso. Lo observa y estudia, Camazotz es un murciélago un poco más chico que Zephyrix, pero su cuerpo es más grueso y musculoso, además de tener unas garras del tamaño de una persona adulta. Camazotz se lanza contra Zephyrix en el aire y cuando el campeón iba a recibir el impacto, una titánica serpiente emplumada surge desde los cielos y atrapa a Zephyrix en su mandíbula.

El campeón logra abrirle la boca a la versión corrupta de Kukulkán; otro de los campeones del señor de la torre. Zephyrix se libera y se aleja de la serpiente que mide aproximadamente siete kilómetros de largo. Camazotz y Kukulkán se encuentran volando, interponiéndose entre Zephyrix y la torre. El campeón divino ondea con fuerza sus alas y los poderosos vientos logran hacer perder el balance de ambos entes corruptos.

Zephyrix aprovecha y vuelva junto con las ráfagas del viento y golpea tan fuerte a Camazotz que lo hace impactar con la torre y destruye una gran parte. Kukulkán se lanza al ataque buscando clavar sus gigantescos colmillos, pero Zephyrix logra evadirla y lo sujeta clavando sus garras. Con el impulso de sus alas y los vientos logra hacer girar el cuerpo completo de Kukulkán y lo lanza con fuerza hacia la torre. El impacto de la serpiente emplumada logra mover la torre de forma violenta, sin embargo, se mantiene en pie.

Al ver que ambos campeones corruptos se recuperan, Zephyrix se prepara y usa una de sus habilidades especiales. Se envuelve en un tornado de plumas y viento. Los campeones corruptos son incapaces de acercase sino serán arrastrados por los fuerte vientos del poder de los Mayas. Zephyrix se acerca lentamente a la torre y los entes corruptos en su desesperación por detenerlo, se adentran en el tornado de plumas. La serpiente emplumada gira sin control al ser sus alas incapaces de soportar los furiosos vientos de Zephyrix, sin embargo, Camazotz logra encontrar una ventaja y usa el viento para lanzarse directamente hacia el campeón de los Dioses.

Con sus garras atravesando al campeón, el tornado se disuelve y se impactan de forma espectacular contra la tierra cerca de Nakbé. Un gigantesco cráter queda como resultado de la colisión entre titanes. Zephyrix se mantiene en el suelo y es incapaz de levantarse, mientras tanto, Camazotz clava sus garras y sus colmillos y trata de destruir al campeón y convertirlo en solo carne desgarrada y plumas.

Kante logra recuperar un poco de su consciencia y al ver que está siendo destruido por Camazotz les grita a Zephy y a Rix que lo ayuden, sin embargo, ambos espíritus guardianes no responden. Un orbe dorado se acerca a Zephyrix y Kante logra percibirlo inmediatamente. Siente calidez y paz; la ira se calma y un fuego dorado que resplandece como el sol surge en su pecho. Zephyrix se comunica con Kante y le pide que no se dé por vencido. Kante, revitalizado por el poder del orbe dorado logra transmitirle ese poder a Zephyrix.

Con un golpe estando acostado logra mandar a Camazotz al suelo. Se levanta y toda su carne desgarrada se recupera. La unión entre Kante y Zephyrix es perfecta y el objetivo es claro en su mente: destruir la torre, todo lo demás pasa a segundo plano. Antes de que pueda levantarse, el dios corrupto Camazotz cae noqueado al suelo por la impresionante patada que le dio Zephyrix. Lo voltea y se para sobre él, sujeta con fuerza sus alas y con un solo movimiento de sus alas logra elevarse lo suficiente y arrancárselas. Camazotz gruñe del terrible dolor, pero Zephyrix no piensa darle tregua, y con una de sus garras clavadas en su cuello y la otra en la espalda baja, lo levanta sobre su cabeza. Zephyrix gruñe y la tierra tiembla y con toda su fuerza parte en dos a Camazotz, así como lo hizo con la bestia jaguar humanoide. Para su sorpresa, Camazotz sigue con vida, a pesar de que solo tiene la mitad superior de su cuerpo. Zephyrix gruñe y con un ataque especial, lanza miles de golpes con sus garras hacia lo que queda de Camazotz. Se eleva, junta sus manos y lanza un poder en forma de orbe que tiene vientos de cuchillas y deja a Camazotz esparcido por todos los alrededores.

Kukulkán se abalanza para golpearlo con el peso de su cuerpo, pero Zephyrix no solo logra detener el vuelo de la serpiente emplumada sino que logra lanzarlo por los cielos con una patada como si fuera nada. Antes de que pueda recuperarse, vuela y le sujeta la cola. Vuelve a hacer lo mismo, usa sus alas y su fuerza para mandarlo a volar en contra de la torre, pero está vez tiene algo en mente. Al impactarse vuelve a cimbrar la torre, pero antes de que pueda recuperarse, vuelve a sujetarle la cola, obtiene la fuerza necesaria con sus alas y lanza a la serpiente emplumada de nuevo en contra de la torre. Repite el mismo ataque y está vez logra que Kukulkán se parta por la mitad. Con un gruñido de victoria hace temblar los suelos, sin embargo, está lejos de terminar con la versión corrupta de la serpiente emplumada. Sujeta su cabeza y viela hacia la torre a toda velocidad y la impacta contra la estructura, logrando reventarle la cabeza a Kukulkán.

La torre se mantiene en pie aunque está muy debilitada. Se acerca y lanza su ataque especial de orbes con vientos de cuchillas y una buena parte de la torre se destruye. Al percatarse que está a nada de caerse, vuela hacia los cielos para tomar impulso. Se abalanza sobre la torre y con una patada logra partirla en dos. Los kilómetros de la torre comienzan a caer y quedan esparcidos por los territorios de Nakbé.  

Zephyrix se aleja y observa la torre destruida con regocijo, pero algo llama su atención y observa perplejo que una enorme plataforma esférica desciende lentamente desde los cielos hasta el lugar en donde se encontraba la torre. Anonadado observa un impresionante palacio de brillantes colores ante él.  La furia vuelve a él y toma vuelo para lanzarse y destruir el palacio de una patada, sin embargo, impacta contra un campo de energía y sale lanzado violentamente por varios kilómetros. Choca contra el suelo y crea un enorme cráter. Zephyrix queda inerte en el suelo al recibir su golpe multiplicado exponencialmente. La transformación se termina y Kante vuelve a su forma normal; desnudo junto al agua.

Siguiente capítulo: La Antigua Gran Guerra Celestial Parte 1 – Capítulo 10: El Camino del Campeón

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