Capítulo 2: Reinos Celestiales

Publicado por JLT en

Capítulo 2: Reinos Celestiales

Día 7 del Séptimo Mes del año 19 – 6:00 AM – Reino Angelical Empyrea

El reino de Empyrea despierta con los primeros rayos del sol. Las aves cantan en sus vuelos a través de las casas y árboles, proclamando un nuevo día en el reino celestial. Abren sus ventanas cubiertas con mantas de hermosos colores y acomodan sus camas hechas de maleza seca. Curiosamente todos los ángeles excepto los del reino Lunar duermen tapados de pies a cabezas, según ellos así evitan que los astros celestiales del sistema solar puedan influir sobre su libre albedrio. Sus casas son pequeñas, no tienen baños, tampoco cocinas; solo las usan para dormir. Las sociedades elementales humanas son comunidades con sus dirigentes siendo reyes impuestos por las once madres divinas, y en el caso de los elementales, son los ancianos o elementales legendarios los que toman esa crucial tarea de dirigir sus comunidades.

Poco más de veinte minutos han transcurrido cuando todos se reúnen para desayunar en la presencia de su rey en los comedores comunitarios. Hoy es un día muy especial y su rey se asegura de que todos estén bien alimentados. En el reino angelical de Luxara habrá un gran evento para celebrar un nuevo año y a la madre de todos. Los comedores se encuentra en la plaza principal de la pequeña ciudad. En medio se extiende una enorme estatua a su madre: La Guerrera Divina. Con su extenso cabello largo y un escudo en mano y espada en la otra mano se alza con orgullo, e inspira a todos los elementales de la naturaleza a abrazar su lado heroico y protector.

El suelo del pueblo está cubierto de rocas, con flores y pasto creciendo entre las juntas, intentando recuperar lo que una vez fue suyo. La mañana es fresca, fría y despejada. Es un hermoso día para estar entre las nubes al sur del continente. Los ángeles se reúnen en las extensas mesas compartidas del comedor que se apodera de las calles del reino. Se sientan con cuidado de no golpear a los demás con sus alas y se saludan entre ellos. Todos se conocen al menos de vista y se reconocen como ángeles de Empyrea al sentirlo así. No solo los Parávelers pueden sentirse mutuamente como si se conectaran a un mente maestra, sino que todos los ángeles también tienen esa capacidad de identificarse como alguien de su propio reino.

Agradecen los alimentos frente a ellos y esperan hasta que el rey inicie para que todos puedan comenzar. Al igual que los elfos y enanos, los ángeles son muy estrictos con sus costumbres y leyes. El respeto a sus soberanos es más importante que sus propias vidas, y para ellos es todo un honor morir para proteger la vida de sus reyes. Aunque, ¿realmente qué problemas pueden tener los reinos elementales? Es un error pensar que los guardianes de Gaia que custodian cada aspecto de su mundo están exentos de problemas. Gaia es un Layzer, es un ser de extraordinario poder capaz de usar su alma como base para dar vida a miles de millones de seres inteligentes, pero hasta ella tiene límites y como todo ser de la creación, está regida por las leyes de la corte celestial. Gaia es la base de la vida en Terra Gaia, pero no puede interferir directamente, su poder es tan grande que puede crear un desbalance en su propio planeta que acabaría con la vida que le ha costado miles de millones de años desde que llegó en un meteorito, por lo que sus guardianes cumplen ese rol que ella no puede desempeñar. Gaia nunca interviene a pesar de que puede parecerlo. Para acciones más directas se apoya en las once princesas de la luz que son sus encarnaciones, ya que al no tener un poder substancial como el de Gaia no tienen problemas para influir en los eventos del planeta.

La vida inteligente de este continente no se mide por miles de años, sino millones. En todo ese tiempo han pasado tantas cosas que hasta Gaia misma ha sentido miedo y desesperación por ver cómo perdía el control sobre sí misma. Por fortuna ella no está sola y la acompañan otros Layzers, específicamente cuatro: Razael, Zarek, Valeria y Amaena, además de su alma gemela. Ellos seis son seres de extraordinario poder que protegen Terra Gaia. Sin embargo, en múltiples ocasiones Gaia ha perdido el control y cuando eso ocurre, sus emociones negativas se ven reflejadas en sus hijos. En toda la historia secreta de la Atlántida lo peor que podría suceder ha pasado, desde civilizaciones galácticas que han intentado conquistar el planeta por la fuerza hasta entidades siniestras de otros universos con un poder sobrenatural que han intentado absorber a Gaia. A pesar de los mejores esfuerzos de Gaia, la esencia del universo es caos, y todo esto se observa en los acontecimientos pasados del continente de la Atlántida. La vida actual es infinitamente más estable y prospera que antes, aun así, eso no significa que el reino de los elementales sea perfecta armonía. A pesar de que es un Layzer, Gaia sigue aprendiendo sobre ser la base de la vida en un planeta. Ser el espíritu del planeta no es tarea fácil. Incontables guerras en contra de Gaia han suscitado por su inanición.

Una de las eras más oscuras para el mundo elemental y para Gaia fue hace relativamente poco tiempo, cuando los refugiados llegaron de Arkantos para convertirse en la nueva humanidad. Gaia es madre creadora, pero no siempre puede controlar su propia naturaleza creadora y cuando sus emociones y las emociones de humanidad la sobresaturan, su naturaleza creadora engendra criaturas nacidas de su propio miedo, desesperación y odio. Velmor es el mejor ejemplo de ello, una entidad de oscuridad total que surgió como gobernante de la dimensión Infernal, dimensión que tiene como función purgar las emociones y pensamientos más bajos de la vida inteligente del planeta. Por fortuna para todos, esa dimensión está encapsulada y las criaturas infernales no pueden escapar. Por tres mil años gobernó un elemental humano ángel que encarnó como la manifestación del odio que Gaia sentía a sí misma por los pecados de las pasadas humanidades. Cincuenta mil años fueron suficientes para que Gaia perdiera control de sí misma y engendrase a Oszorak en el continente de la Atlántida, trayendo una era de oscuridad y caos en los reinos elementales. Fueron unas edades de horrores absolutos en el mundo elemental, mientras que al mismo tiempo los Parávelers vivían en “armonía” en Cronos, ajenos de la tiranía del odio encarnado de Gaia. Además del reinado de terror de Oszorak, sus hijos se le han rebelado en más de una ocasión, y ahora que los humanos pisan las mismas tierras que los elementales, las cosas se le han complicado mucho más a la madre de todos. Ni los elementales quieren a los humanos, ni los humanos quieren a los elementales, y lo único que mantiene ese equilibrio es El Pacto, por ahora…

Comen sus alimentos con visible alegría, pero dentro de ellos existe un odio atroz hacia los humanos que osaron arrebatarles grandes pedazos de tierra. En un pasado esto hubiera desencadenado una guerra, pero los ángeles al igual que los otros reinos elementales aceptaron que los Parávelers son demasiado poderosos. Nada en todo su armería de preciosas y filosas espadas podría compararse con los rifles de asalto de los humanos. Así que se limitan a sus rol como guardianes y a seguir las sagradas costumbres como el gran festival del día de hoy de Luxara.

Están vestidos con sus características túnicas blancas que resemblan lo divino, y el cabello lo tienen recogido. No es casualidad que los ángeles recuerden un poco a cómo están vestidos los seres superiores que residen en Nov Raiyek, al final de cuentas todo la fauna y flora elemental está inspirada en las memorias de Gaia y el de las almas que yacen en el corazón de Terra Gaia. Los antiguos dragones que habitaron la zona que después se convertirá en Venkrat, la ciudad capital del reino de Venalent son creaciones de Gaia inspiradas en el temor que sienten las almas del corazón del planeta sobre la especie de los dragones. Elfos y ángeles, que son los elementales humanos mejor organizados al punto de tener embajadores humanos son inspiraciones de las primeras civilizaciones humanas del primer universo. En ese momento el séptimo Protector de los Universos no había desencadenado su rebelión en contra de la Corte Celestial y todo era paz y armonía absoluta. Humanos, dragones, felinos y cetáceos vivián en perfecta armonía con la naturaleza, algo que Gaia quiso replicar con los elementales humanos. El resto de elementales ni se diga, todos son inspiraciones de criaturas de todos los universos, mezclados con los animales que evolucionaron hasta esta era. Terra Gaia es el edén y tanto su flora como fauna es una acumulación de cientos de miles de ecosistemas en todos los universos, ni siquiera No Raiyek tiene tanta diversidad como Terra Gaia, haciendo que el soportar la vida sea más difícil para Gaia.

El joven Ryushariel llega a la mesa junto a su Padre después de haberle dado tres vueltas a toda la isla flotante. Las chicas de su edad lo ven de reojo al no traer camisa. Solo tiene puesto su viejo pantalón de cuero para entrenar. Su Padre lo ve y con su mirada le dice todo. Uno de los sirvientes del rey se apresura y le trae una túnica blanca. Se la pone de inmediato y espera sentado para comer. Su hermano lo mira fijamente y el hijo mayor del rey se limita a levantarse de hombros.

Desde una posición alta observan a todos los ángeles que miran al rey cuando él se levanta. Levantan su copa repleta de vino de Eryathor, una fruta rica que es común entre los reinos angelicales. El rey levanta su copa y todos gritan “Gracias Madre” en Eldarhën, un idioma que nadie conoce, salvo ciertas palabras básicas que siempre se han usado. Se dice que este idioma fue el primero que existió, creado por Gaia cuando caminaba en su creación. Según las antiguas leyendas, existió un lugar que Gaia consideró su hogar en alguna parte de la Atlántida. Y al decir esas palabras, un brillo surge sobre todos los que tienen alzada su copa. El brillo cae lentamente en sus bebidas. A esto se le conoce como la bendición del espíritu del planeta y cualquiera que conozca las palabras puede invocarlo. Más que ser un espectáculo, ese brillo está cargado del flujo de la vida, y tiene repercusiones positivas en los que lo beben.

—¿Estás listo para el evento? —le pregunta su hermano menor Orionis—. Dicen que el rey de Luxara tiene intenciones de fortalecer la alianza con nuestro reino a través de una unión conyugal.

—No tengo tiempo para esas cosas —exclama Ryushariel.

—¿No tienes tiempo? —reprocha Orionis sorprendido—. Ya pareces un humano.

Su hermano mayor se acerca a él y le musita en el odio que no tiene intenciones de quedarse en el reino ya que su destino está allá afuera, como un ángel errante. La mayoría de los ángeles, elfos y enanos cumplen su destino como guardianes de la naturaleza, pero una minoría decide vivir sin reino y buscan la libertad entre las comunidades de todo tipo de elementales que hay por todo el continente. Los guardianes que deciden dejar sus obligaciones no son perseguidos ni castigados, pero pierden sus hogares y los privilegios que eso conlleva. Gaia fue muy claro de que aquellos que querían dedicar su vida a deambular por la naturaleza pueden hacerlo, siempre y cuando respeten la flora y fauna.

Su hermano baja la mirada y pierde el apetito. La confesión de Ryushariel lo deja con un vacío, pues nunca se imaginó que su hermano podría abandonarlo para ser un “Guardian Errante”. Termina sus alimentos y se enfoca en su respiración al sentir que el momento al fin ha llegado y al ver a todos los de su comunidad reunidos frente a él. Sabe que las cosas cambiarán para todos. Ya no hay marcha atrás.

—Estoy seguro de que ella te elijará si deseas ser rey de este reino —le musita su hermano mayor al ver a su hermano decaído.

“Lo hago por todos nosotros. Lo hago por el futuro de los nuestros. Amo a mi Padre, a mi hermano y a mi comunidad, pero esto es algo que debe hacerse y nadie tiene lo necesario para hacerlo más que yo. Observo a todos con alegría por ir al festival, pero cuando el momento llegue, la felicidad de sus rostros se apagará y solo estará mi espada ensangrentada y el sudor de mi esfuerzo como foco principal de todo. Espero puedan perdonarme, amigos, mi comunidad y familia”.

El ángel anciano de cinco mil años se levanta y da como concluida el desayuno. Levanta su copa de vino y se prepara para decir unas palabras:

—¡El día tan esperado ha llegado! —grita a los cuatro vientos con enorme felicidad. Recoge su extensa barba que cae sobre los alimentos. A diferencia de los elfos, los ángeles sí tienen barba—. Iremos todos nosotros al reino de nuestros hermanos en Luxara y todos los hijos celestiales de Gaia celebraremos nuestra Rotación del Círculo Sagrado (celebración de haberse cumplido un año).

No miden el tiempo de la misma forma que los humanos, pero sí tienen la noción básica del calendario que dividen en tres estaciones largas: Época del Renacer (primavera-verano) que es donde la vida prospera. Época del Crepúsculo en el que la energía de la naturaleza decrece, como un otoño largo y por última la Época de la Oscuridad que sería el invierno, donde la naturaleza entre en reposo. Hay una cuarta estación que aparece cada dos años, y su duración son tres semanas. Esta cuarta estación se le conoce como la Luna Maldita, y es causada por una Luna oculta entre las dimensiones de Terra Gaia que logra afectar al reino elemental, más no afecta a los Parávelers. Los humanos tienen sus cuatro estaciones normales: Primavera, Verano, Otoño e Invierno, con leves modificaciones de su prolongación, teniendo los territorios del norte un Invierno más largo, mientras que el verano es más extenso al sur. Debido a la era glacial que azota los demás continentes, esto puede cambiar para crear inviernos que pueden durar todo un año.

Los ángeles aplauden y celebran, y recogen las mesas tras haber terminado sus alimentos. Su Padre les pide que se preparen ya que ellos dos serán los que encabecen la caravana hasta el arco de teletransportación. Sus dos hijos se apresuran para tomar sus cosas para los días que dura el festival de la rotación del círculo sagrado. Orionis prepara su mochila con ropa y sus libros de estudios. Como hijo del Rey es importante que su educación sea la más alta de entre los reinos elementales, aunque dista mucho de ser igual a la educación que tienen los humanos. Por su parte, Ryushariel lleva dos mochilas, una de ellas con ropa, suministros y un saco de dormir, mientras que en la otra lleva armas de todo tipo. Que el hijo del rey de Empyrea lleve su espada de un solo filo en su espalda no significa que sea una amenaza, es normal que los elementales humanos vayan armados con espadas, arcos y flechas.

El palacio del rey de Empyrea es modesto a comparación de las construcciones Parávelers. Está construido de rocas, decorado de hermosas telas y sus ventanas decoradas con vitrales sencillos, aunque tienen artesanos talentosos, carecen de las herramientas necesarias para hacer vitrales complejos. La mejor forma de imaginarse la arquitectura y arte de los reinos celestiales es pensar en el arte gótico, pero no tan sofisticado. Los vitrales y el arte de los ángeles narran la historia de la creación de los elementales. Aunque la verdadera historia está perdida en el tiempo y Gaia no tiene ninguna intención de traerla a la luz, los elementales tienen una figura divina, además de Gaia y las once princesas de la luz. Ella fue Elysiantha y el vitral principal del palacio de Empyrea se muestra una mujer de cabellos rizados rodeada del fuego morado, dentro de un artefacto que asemeja la forma de una matriz de una mujer. En los vitrales se muestra como Elysiantha usó el poder de la flama morada para crear a los elementales humanos, y en otros vitrales se muestra un reino legendario en el que los elementales humanos reinaban sobre el continente de la Atlántida: Thalassarion Gaianor. Hay otro vitral, pero está roto en el que muestra las figuras de la Santa Trinidad, y sobre ella se encuentra una figura enigmática que resembla las antiguas leyendas del paladín sacro de Gaia. Desafortunadamente estos vitrales son los único que los ángeles de Empyrea tienen sobre esa figura divina de Elysiantha, y nada en sus bibliotecas tiene información al respecto.

 Cargados de frutos y regalos, los cientos de ángeles se forman detrás de los hijos del rey angelical. El arco de teletransportación se encuentra en un templo al final de la isla flotante. El rey Aurelion es alabado mientras camina entre su pueblo para alcanzar a sus hijos, junto a él lo acompaña la guardia real que consta de 13 ángeles poderosos, pero ninguno al nivel del hijo mayor del rey. Cuando el rey llega al inicio de la caravana, todos comienzan con cantos y alabanzas al espíritu del planeta, mientras que los ángeles que se quedaron lanzan restos de hojas de los árboles de Izreco; hojas que brilla y se extinguen al tocar el suelo.

Recorren toda la isla flotante sobre el camino de piedra blanca. Pasan por lagos, estanques y llanuras verdes, mientras los fuertes vientos soplan. Llegan al templo construido de la misma forma que el palacio. El rey toma un cristal y lo coloca en el arco de teletransportación y dice unas palabras en el idioma Terranárico. El sistema que usa el poder de los Cristales de Gaia se activa y el portal se ha abre ante ellos como si fuera un líquido metal similar al mercurio que se refleja dentro de sí mismo, haciendo un efecto de infinito. Al igual que la teletransportación de los hechiceros Parávelers, la teletransportación que usan los elementales es gracias al poder de Gaia que les permite moverse a través del espacio/tiempo por su poder como Layzer. Realmente nadie tiene el poder de hacerlo, esa hazaña solo es posible por seres de extraordinario poder. A diferencia del poder de la teletransportación de los hechiceros que tienen muchas limitaciones, los arcos de teletransportación no tienen limitaciones, siempre y cuando ambos puntos estén en óptimas condiciones.

El rey voltea con sus hijos, los mira por unos segundos y se llena de orgullo. Se voltea, da un paso hacia el portal y su figura se desmaterializa en menos de una fracción de segundo. Sus hijos se esperan diez segundos y pasan uno en uno. Dos ángeles del reino de Luxara los reciben y les ayudan a moverse rápido del punto de llegada para evitar que dos cuerpos colisionen. Ryushariel se acerca con su Padre y su hermano, mientras ellos admiran con asombro el reino de Luxara que se observa desde la colina en su isla flotante. Empyrea es más llanuras verdes con poca vegetación, mientras que Luxara son llanuras verdes con árboles gigantes que alcanzan los cien metros de altura. El clima es un poco más frío que Empyrea, pero los grandes árboles ayudan a detener un poco los fuertes vientos.

—Bienvenido, rey Aurelion de Empyrea —exclama el hijo del rey de Luxara—. Por favor, permítame escoltarlos hasta con mi Padre.

—¿Cómo está el viejo gruñón? —le pregunta Aurelion con una sonrisa en su rostro, mientras avanzan por el camino de piedra blanca con tonalidades azules.

—Feliz, pero algo estresado por recibir a tantos invitados —dice el hijo del rey de Luxara—. No solo vamos a recibir a los demás reinos del cielo, sino que recibiremos hermanos de todos los guardianes, incluyendo a los que odian la superficie.

—¿Te refieres a los enanos? —pregunta Orionis un poco confundido.

—Peor… esta vez vamos a tener la presencia de los Infrarios —le responde con sentimientos encontrados. Ángeles, elfos y enanos son los guardianes más comunes y que los Parávelers conocen a la perfección, pero hay muchos más. Los Infrarios son los guardianes de las profundidades de la tierra. Nunca salen a la superficie, pero está vez Gaia quiere que haya representación de todos sus hijos, aunque sea solo uno.

Siguiente capítulo: Capítulo 3: Luxara

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