Capítulo 1: Determinación Inquebrantable

Publicado por JLT en

Capítulo 1: Determinación Inquebrantable

Día 6 del Séptimo Mes del año 19 – 10:30 PM – Reino Angelical Empyrea

El hijo menor del Rey Valandor del reino de Empyrea continua su riguroso entrenamiento que unos consideran brutal y excesivo, pero solo él entiende porqué debe de entrenar de esa forma tan ardua. La noche está despejada con las tres Lunas iluminando el reino celestial. El clima es frío por los fuertes vientos gélidos de la noche. Sus compañeros ángeles lo observan, agotados pues a todos ha vencido con extrema facilidad. Su Padre le cedió un pequeño terreno junto al borde de la isla flotante que yace sobre los cielos del que en un futuro será el reino de Venalent. Desde este lugar se puede apreciar las altas montañas de la Sierra Occidental y el legendario Pico del Caribe al igual que un océano de nubes en todas direcciones. La vista no puede ser más hermosa e impresionante.

Cansado y con una respiración acelerada cae con una rodilla al suelo y con su mano izquierda hunde sus dedos en la árida tierra del pequeño campo de entrenamiento. El resto de la isla flotante que es la totalidad del reino de Empyrea consta de exuberante y hermoso pasto verde con destellos plateados y dorados por los rayos de los astros celestes. Sus tres rivales se acercan a él con la intención de ponerle fin a la sesión de entrenamiento, pero el hijo del Rey los evade con una agilidad que nadie puede creerse. Con un fuerte tajo de su espada de madera, golpea a dos de sus contrincantes y los lanza a la tierra. El otro rival se rinde pues el agotamiento es exasperante y acepta que nunca venciera al joven Ryushariel de treinta dos años. La comandante de las huestes celestiales de su Padre exclama que ha ganado para sorpresa de nadie. Ryushariel sonríe con sus cuatro alas extendidas y limpia su sudor y sangre con una toalla que le pasa su hermano menor.

—A veces me pregunto si de verdad eres un ángel o algo más —le confiesa su hermano menor, con extraordinaria admiración. Todos los ángeles aprenden el arte de la guerra desde pequeños, es su obligación como guardianes de la naturaleza.

—¿Qué podría ser si no? —le pregunta Ryushariel con su respiración incesante, ajustando su brazales de piel y metal.

—¡Una máquina de matar! —se burla su hermano menor—. Nadie ha logrado vencerte en los últimos nueve años y mi Padre tiene miedo de intentarlo, piensa que aprovecharás el momento para alzarte como Rey. Solo para dejar las cosas claras, entre nosotros, si piensas derrocar a Padre, yo no opondré resistencia.

—Primero mi Padre y después tú —le asevera Ryushariel con esa mirada profunda, penetrante y serena que tiene cuando no está sonriendo. Si algo caracteriza a Ryushariel es su temple tranquilo. Tiene heterocromía, un ojo de color azul verdoso y otro ojo color cenizas rojizas. Su cabello es largo, oscuro como la noche.

—Me riendo, me rindo —exclama su hermano menor entre risas.

El joven de la determinación inquebrantable deja su espada de madera, la cual tiene un solo filo, que es un poco curva y se puede usar con ambas manos, es una Catana Japonesa. Sus armas favoritas son dos espadas de esa forma, un bastón con ambas puntas filosas y unos guantes con enormes garras de metal. Algo completamente inusual en los reinos Angelicales y Élficos, lo normal son espadas de doble filo. Su fascinación por las armas poco convencionales surgió cuando visitó al maestro de armas que vive en el Pico Lunar. Él fue el encargado de crear sus armas legendarias, y enseñarle todo sobre cómo usarlas. El rey sospecha que él fue quién cambió a su hijo para ser una máquina de guerra.

Con una superficie de poco más de mil kilómetros cuadrados, el Reino Empyrea tiene la misma superficie que los demás reinos Celestiales con excepción del reino de Luxara. Alrededor de diez mil ángeles habitan la totalidad del reino del joven Ryushariel, la mayoría con más de cinco mil años de edad. Solo veinte ángeles son menores de un siglo. Cada reino Angelical tiene su propia flora y fauna que ha evolucionado desde hace miles de años, pero lo que hace único al reino de Empyrea son sus playas flotantes, fruto de un capricho del espíritu del planeta. En la parte sur de la enorme isla flotante hay una enorme extensión de agua que cuenta con olas y una playa de arena dorada. Se dice que este lugar era un santuario para Gaia y su alma gemela antes de que la vida inteligente surgiera. La arquitectura de Empyrea es similar al resto de reinos angelicales, que a diferencia de los elfos, los ángeles usan materiales de construcción como el metal y rocas para sus casas y edificios. Los elfos tratan de que sus reinos se mezclen lo más posible con la naturaleza. En el centro de la isla se encuentra el palacio del Rey Valandor y a sus alrededores están las casas de todos los ángeles. Hay un pequeño lago junto al palacio el cual es alimentado por lluvias localizadas por la obra de los elementales legendarios. Granjas, árboles frutales y por fotosíntesis a través de sus alas es como los ángeles obtienen su energía para vivir. También comen carne, pero solo lo hacen cuando hay sequias. Al igual que los elfos, los ángeles viven para custodiar la naturaleza y usan la mayor parte de su tiempo para recorrer los cielos y vigilar bosques, lagos, montañas. La cultura de esta zona del continente es basada en la madre guerrera divina, por lo que el arte de la guerra es parte vital en todo.

Los demás vuelven a sus casas para dormir antes de que las Lunas logren engañarlos. Ryushariel se acerca a la orilla, se sienta y observa el vacío debajo de él. Trae puesto su pantalón de piel ajustado que fue tejido para protegerlo en el combate, está descalzo y su camisa de finas telas está desgarrada por los golpes que recibió, manchada con un poco de sangre; así no se visten los ángeles, solo lo hace él. Con tres kilómetros de altura, la vista puede aterrar a cualquiera que no tenga alas. Encuentra la sensación de sentir el vacío en sus pies fascinante. Medita en silencio, con los fuertes vientos del sur en su espalda, con el dolor de sus dedos por sujetar con fuerza su espada. Las dudas lo mantienen inquieto, sabe que es un suicidio garantizado y hay una gran posibilidad que falle, pero si él no lo hace, entonces nadie lo hará. 

Un elemental mitológico con forma de halcón, pero cinco veces más grande y con estelas azules brillantes que surgen de su cuerpo detiene su vuelo junto a él. Ambos se mantienen en silencio, observando el paisaje que se ilumina con la luz de las tres lunas mentirosas. Coloca su mano sobre el hermoso plumaje azulado del elemental mitológico. Él es su mejor amigo desde que era un niño y desde entonces han sido inseparables. Halcyonix alza el vuelo y Ryushariel lo sigue dejándose caer al vacío. Planea con sus cuatro alas y alcanza a su mejor amigo. Pasan sobre un lago en el que ven reflejado los lados oscuros de las tres Lunas, pero las ignora a pesar de sus palabras llenas de promesas. Surcan los cielos y se acercan al pico del Caribe. No hay nada que ame más en toda su vida que la libertad de volar por los cielos con el viento sobre su rostro. Cierra sus ojos y sus capacidades superiores le permiten ver y sentir todo a su alrededor. Se detienen en la cima del Pico del Caribe. Al principio no entiende por qué su amigo lo guio hasta aquí, pero sus recuerdos vienen a él. El elemental le pide que camine junto a él y sorpresivamente se encuentran con un grupo de elementales mitológicos y deidades de todos los colores y tamaños. Queda paralizado, nunca antes había visto a seres tan poderosos reunidos en un solo lugar. Su presencia crea un vórtice de energía que lo revitaliza y si no fuera por su entrenamiento, estaría eufórico. Pyothar, Aquariel, Terragorn, Zeora, Luminara, Nocturnis, Floralis y Electrion lo estaban esperando pacientemente. Todos reunidos bajo el llamado de Halcyonix.

El más antiguo entre los antiguos, el elemental deidad Nocturnis que tiene forma de una pantera con cuatro extensas alas le pide a Ryushariel que se acerque a ellos. El joven maestro del combate con armas avanza y se detiene en medio de los majestuosos elementales. No se había percatado, pero se encuentra en medio de un circulo con extraños símbolos que parecen ser Terranárico, aunque hay símbolos que nunca había visto.

—No tengas miedo —le pide Halcyonix cuando siente duda en la mente del joven ángel hijo de la madre guerrera divina.

—¿Es este del ritual del que me habías hablado al respecto? —le pregunta el joven con manos temblorosas; su amigo asiente.

—Te otorgaremos nuestro poder y una fracción de nuestros espíritus para que cumplas tu propósito —exclama Nocturnis. A pesar de que Ryushariel aceptó este pacto hace tiempo, no puede evitar sentirse aterrado por las consecuencias que sus acciones van a desencadenar. Después de este pacto, ya nada podrá detenerlo de cumplir con su juramento, y todo cambiará para siempre en el mundo elemental.

 —Acepto —musita Ryushariel, mirando a las estrellas. Evita ver a las lunas y los otros astros celestes que murmuran palabras de poder que apenas logra percibir. Comienza a sentirse abrumado y en su mente percibe colores y luces. 

El lugar del ritual se ilumina y parte de la esencia del extraordinario poder de los elementales es transferido al espíritu de Ryushariel de acuerdo con el pacto que sellaron hace meses. Físicamente nadie cambia en él, pero su espíritu ahora es inquebrantable y nada podrá detenerlo, tal cual así lo quisieron los elementales. Ahora está ligado de por vida con los nueve elementales. La etapa final del plan de Halcyonix y Ryushariel y El Concilio de los Eternos ha sido completada y todo está listo para la celebración del día de mañana en Luxara.

 —Aún hay algo que falta —dice Halcyonix, acercándose al joven. Clava su garra en su pecho y extrae dos pequeños cristales. Se los da a Ryushariel y él sabe qué hacer con ellos. Los recibe con agradecimiento, aún abrumado por lo que siente, pero su quietud le permite contenerse.

Observa ambos cristales por un momento mientras encuentra su voluntad para hacerlo. Cuidadosamente entierra uno de los cristales en su ojo y con un dolor insoportable logra soportar y clava el otro cristal. Cierra sus ojos ensangrentados y cuando los abre un leve y tenue resplandor rojo surge de su vista de forma temporal. Sus ojos sanan rápidamente y su visión ahora sí es perfecta. El color de sus ojos vuelve a la normalidad y dejan de ser rojizos, aunque cuando los necesite más, el resplandor rojo surgirá de nuevo.Extiende sus alas para alzar el vuelo, el momento final ha llegado. Se despide de los poderosos elementales que le otorgaron su poder y espíritus y junto con Halcyonix regresan a casa para descansar y prepararse para el gran día de mañana. El día que el concilio de los eternos había estado planeando por décadas. Por más que buscaban al guerrero perfecto, nadie era adecuado hasta el momento en que nació el joven príncipe heredero de Luxara.

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